La publicación de investigaciones originales es fundamental para el logro académico y profesional. La condición sine quanum para que consideremos que una revista es científica es que haya sido sometida a un proceso de revisión por parte de pares.
Una consecuencia negativa del rápido crecimiento de la publicación de acceso abierto financiada a través de cargos de procesamiento de artículo (article processing charge, APC), junto a la necesidad de los investigadores de publicar para obtener mejoras profesionales, acreditarse o obtener financiación para sus proyectos, es la aparición de editoriales y revistas depredadoras.
Las denominadas revistas depredadoras enmascaran publicaciones científicas que no lo son y requieren del pago para aceptar y publicar trabajos sin ningún tipo de revisión por pares. Su objetivo es engañar a la comunidad académica e investigadora, especialmente a los que no tienen experiencia en comunicación académica.
Este término fue acuñado en 2008 por Jeffrey Beall, bibliotecario de la Universidad de Colorado en Denver.
Las revistas depredadoras son difícilmente detectables a simple vista porque utilizan la estrategia del camuflaje. Tienen títulos muy similares a los de las revistas referentes y todas presentan un numeroso equipo de científicos, aunque su contribución sea decorativa o incluso ignoren que forman parte de tales comités.
De igual forma, se anuncian como indexadas en un gran número de bases de datos, aunque en su mayoría sea falso o se trate de bases de datos que no realizan procesos selectivos. Incluso se han creado productos de evaluación para las revistas depredadoras donde, por supuesto, todas obtienen excelentes calificaciones.
El problema práctico se presenta a los investigadores e investigadoras que desean publicar los resultados de sus trabajos y envían sus originales a una de estas revistas, que es como tirarlos a un pozo sin fondo. ¿Cómo podemos identificar estas revistas depredadoras?
En el pasado, acceder al sitio web de la revista era bastante revelador, pero, por desgracia, hay editoriales depredadoras que cada vez imitan mejor a las revistas auténticas. Los siguientes puntos se refieren a posibles comprobaciones que podemos hacer en el sitio de la revista probablemente depredadora:
Si accedemos al sitio de la revista, en ocasiones veremos sitios web de muy poca calidad. Indicios reveladores pueden ser, por ejemplo, una cantidad absurda de anuncios o la imposibilidad de encontrar un histórico de números anteriores.
Sin embargo, cada vez son capaces de imitar mejor los sitios de verdaderas revistas académicas. Para descubrir algún indicio revelador en este aspecto, deberemos profundizar en la navegación del sitio. Es característico que anuncien índices de impacto sin enlazar a la fuente, u organismos académico-científicos que no existen: no hay enlace al sitio correspondiente o está simulado.
Generalmente, estas revistas mencionan repertorios o bases de datos de los que supuestamente forman parte, que no corresponden a los manejados habitualmente por académicos y agencias de evaluación, que no son ciertas o que son directamente inventados. Cada una de estas posibilidades requiere una forma de verificación propia. Para saber si la revista o la editorial forma parte de un repertorio o base de datos, podemos acudir al sitio oficial de cada uno de ellos.
Aseguran formar parte de sociedades científicas, reales o imaginarias. Al igual que en el punto anterior, podemos verificar esto visitando los sitios oficiales de tales entidades.
No proporcionan información sobre su cuerpo editorial, ni páginas con instrucciones para autores y autoras. Sus títulos suelen ser genéricos. Sin embargo, algunas revistas depredadoras resuelven la falta de información sobre el equipo editorial con una página que contiene largas listas de nombres de académicos.
La clave está en que estas revistas pueden utilizar nombres ficticios o nombres de académicos reales sin su permiso. No es descartable que algunos académicos incautos hayan aceptado formar parte de esta revista sin conocer su carácter. Esto es más difícil de comprobar, pero si estamos muy interesados, podemos escribir a estos académicos para recabar información.
Dentro de este kit de herramientas encontramos el documento Identificar las revistas y congresos académicos depredadores, diseñado para apoyar la Recomendación de la UNESCO sobre ciencia abierta. Esta hoja informativa se basa en un estudio de InterAcademy Partnership sobre revistas y congresos académicos depredadores, accesible en inglés con un informe resumido en inglés, árabe, chino, francés, portugués, ruso y español.
En el pasado, estas revistas ocultaban información sobre los APC. En contraste, las revistas genuinas son totalmente transparentes en este aspecto. Sin embargo, pueden anunciar claramente que cobran APC, y en algunos casos, ofrecen una amplia variedad de tarifas, desde tarifas 'normales' (como sería en una revista legítima) hasta tarifas realmente disparatadas de 10.000 dólares o más.
Una de las prácticas habituales del mundo académico consiste en la creación de repertorios de revistas académicas. Un aspecto especialmente importante de los mismos es que para que una revista pueda formar parte de tales repertorios debe pasar una evaluación de calidad.
Otra fuente de información son las bases de datos que indexan los contenidos de las revistas, ya que siguen un criterio similar: no incluyen revistas en sus índices sin antes proceder a alguna forma de evaluación o de selección de calidad.
A continuación, te indicamos las fuentes donde se puede hacer la consulta: si no aparece la revista en ninguna de ellas, salvo que se trate de una revista recién creada, es posible que sea una revista depredadora.
Si la revista no aparece en los dos primeros repertorios de la lista (MIAR y DOAJ), es muy poco probable que lo haga en los demás, por lo tanto, la consulta puede resolverse de forma rápida. Solamente si, por alguna razón, necesitamos una enorme cantidad de evidencia, podemos agotar la lista:
Como hemos visto anteriormente, las publicaciones depredadoras constituyen un gran desafío: no sólo dañan o degradan las reputaciones académicas, sino que también desperdician tiempo, dinero, recursos y esfuerzos. Las publicaciones depredadoras plantean un peligro que podría socavar la calidad, integridad y fiabilidad de los trabajos de investigación científica publicados.
A continuación, puedes ver un par de ejemplos donde consultar directamente si una revista aparece en una lista que registra los títulos de posibles revistas depredadoras (lista negra) y de sus empresas editoras.
Jeffrey Beall, bibliotecario de la Biblioteca Auraria de la Universidad de Colorado-Denver, es quien acuñó el término de revista depredadora (predatory journal). Advirtió de la aparición de revistas que dicen pertenecer al movimiento Open Access, pero que son realmente timos científicos.
Publicó su primera lista con más de 50 criterios en 2011. Beall cierra su lista en enero de 2017 debido a las presiones ejercidas por parte de las editoriales incluidas en ella, aunque meses después volvió a subirla a la red manteniendo actualizaciones constantes.
En su portal, puedes encontrar listados de revistas depredadoras, editoriales, métricas poco éticas o no aceptadas, consejos para detectar este tipo de publicaciones...
Cuando Jeffrey Beall dejó de publicar y mantener su lista, miembros de la comunidad académica y científica decidieron continuar con la lista de forma anónima. Con esta iniciativa se pretende la formación de una comunidad de personas que investiguen e informen de las posibles revistas depredadoras que vayan detectando. De esta forma surgió la iniciativa Stop Predatory Journals, en la que, al igual que en la iniciativa de Beall, encontrarás listados de revistas depredadoras, editoriales, métricas poco éticas o no aceptadas...
NOTA: A fecha 03/10/2023 el enlace que figura arriba se encuentra temporalmente caído. Mientras su recupera su acceso, puedes consultar la lista alojada en Web Archive
Think. Check. Submit. ayuda a la comunidad investigadora a identificar revistas y editoriales en las que poder confiar a la hora de publicar sus trabajos, a partir de un listado de comprobaciones y recursos prácticos.
Actualmente, Think. Check. Submit. dispone de un listado de comprobación para artículos de revista y otro para libros y capítulos de libro en varios idiomas, entre ellos el español.
Esta herramienta es una iniciativa internacional promovida por varias asociaciones y organizaciones, tales como Directory of Open Access Journals (DOAJ), Committee on Publication Ethics (COPE), Association of University Presses (AUP), Asociación de Bibliotecas Europeas de Investigación...
Una modalidad muy agresiva de revistas depredadoras son las revistas secuestradoras.
Estas se hacen pasar por revistas consolidadas, crean sus propias webs y se ponen en contacto con la comunidad científica, solicitando manuscritos y dinero. Si el autor despistado se da cuenta a mitad del proceso de que está siendo timado y decide parar el proceso de publicación suele recibir amenazas de denuncia.
Más de una década después de la aparición del fenómeno de las revistas depredadoras, el fraude ha seguido caminos más sofisticados. Existen revistas depredadoras indexadas en bases de datos científicas como Web of Science o Scopus. El peligro es que esto provoca que empiecen a ser utilizadas en muchos países, como España, para valorar las carreras investigadoras.
Así, las revistas depredadoras han evolucionado, sofisticándose, en parte gracias a los beneficios obtenidos. Han pasado de publicar unos pocos trabajos a miles. Se han convertido en mega-journals, es decir, en megadepredadoras.
Normalmente estas megadepredadoras están especializadas en un ámbito concreto, pero también publican sobre cualquier temática y con procesos de revisión rápidos y superficiales. Sus precios se multiplican al entrar en las bases de datos referentes y se elevan conforme mejora la posición de las revistas en los rankings, en una lógica poco científica. Su estrategia de atracción sigue siendo la clásica de las depredadoras de primera generación: invitar a los autores y autoras a publicar artículos.
La sofisticación de la hablábamos ha incorporado una nueva modalidad, en la que se juega con la vanidad y se ofrece a cualquier académico o acdémica (con prestigio y sin prestigio) la dirección de números monográficos. Esta es la llamada vanity press.
Son estas personas quienes realizan la tarea de marketing más tediosa: la de buscar autores o autoras que piquen para pagar por publicar unas aportaciones a las que se ofrece, ya de inicio, bastante seguridad sobre su publicación (antes de escribirlas). El improvisado equipo editorial de estos monográficos, comerciales voluntarios de la revista reciben como beneficios la publicación gratuita de artículos o, al menos, grandes descuentos.
Además, estas editoriales también blanquean sus nombres obteniendo convenios con universidades por los que estos centros obtienen descuentos económicos y las editoriales ven respaldado su negocio.
A diferencia de las revistas depredadoras tradicionales, las vanity press no aseguran en ningún momento tener un sistema de revisión por pares, por lo que su negocio es perfectamente legal (aunque en ningún caso ético)
La iniciativa de Jeffrey Beall recoge un listado con posibles revistas de este tipo.